
La vida es tan dura y frágil a la vez, me encontraba en la sala de emergencia de un hospital de bajos recursos, de aquellos que se defienden con una gasa, alcohol, y uno que otro buen conocimiento del personal. En fin resumiendo, un paciente de 36 años llega en brazos de su hermana y sobrina, haciéndole la hoja de ingreso un superior con voz de sabiduría y de juez dice ahí esta por andar tomando, en su historia clínica anotaba alcohólico crónico toma todos los días hace 15 años, el día de ayer presenta convulsiones, estado de hipotermia, y motivo de consulta pierde la conciencia y convulsiona.
Mientras le peguntaba a su hermana otros datos, aquel hombre respiraba a mi lado sentado como si estuviese en ebriedad, mi superior me indica que haga una receta a otro paciente que se la explicara y que volviera ha seguir haciendo la hoja de ingreso, cuando regrese mi profesor y jefe de la sala, dice tranquilamente ese señor esta shockado, todos nos pusimos atentos, le ingresamos al UCI (unidad de cuidados intensivos). Rápidamente se le empezó RCP (reanimación carddiopulamonar) se le entubo, se administro los fármacos pertinentes, todos ayudamos en algo, y según los conocimientos se iba aportando.
Durante 20 minutos tratamos de salvarle la vida aquel hombre, cuando el jefe de la sala dijo ya no mas, no responde y como jugando a ser Dios nos pidió que dejáramos ya de intentar y dejar que el curso de la muerte siguiera su rumbo.
Yo que fui la persona que lleno su hoja de ingreso y que en lo personal fui uno de los pocos que lo vio en sus últimos minutos con vida, tuve que terminar la hoja en una pequeña esquina donde la imprenta ha puesto, “sale de emergencia” vivo, muerto, referido, llene con la ayuda de mi superior, mientras rodaba una lagrima de una compañera, mi pulso estuvo firme, mi respiración normal, y mis pensamientos en muchos lugares tratando de analizar todo lo que había pasado, después de poner todo los detalles me dijeron que firme no personalmente sino que pusiera el cuerpo de emergencia.
Después de avisar a sus familiares, entro su hermana rompiendo en llanto y después de una pequeña resignación, toma a su hermano de la mano y por si acaso lo jalo a ver si se despertaba.
Mi compañera y yo nos vimos las caras, y volví a sentir aquel frió de seguridad, de serenidad, salimos para respetar ese momento, y continuamos recibiendo pacientes, aunque en mi dejo una marca y seguramente a todos cuando han visto morir alguien prácticamente en las manos de uno.
Mientras le peguntaba a su hermana otros datos, aquel hombre respiraba a mi lado sentado como si estuviese en ebriedad, mi superior me indica que haga una receta a otro paciente que se la explicara y que volviera ha seguir haciendo la hoja de ingreso, cuando regrese mi profesor y jefe de la sala, dice tranquilamente ese señor esta shockado, todos nos pusimos atentos, le ingresamos al UCI (unidad de cuidados intensivos). Rápidamente se le empezó RCP (reanimación carddiopulamonar) se le entubo, se administro los fármacos pertinentes, todos ayudamos en algo, y según los conocimientos se iba aportando.
Durante 20 minutos tratamos de salvarle la vida aquel hombre, cuando el jefe de la sala dijo ya no mas, no responde y como jugando a ser Dios nos pidió que dejáramos ya de intentar y dejar que el curso de la muerte siguiera su rumbo.
Yo que fui la persona que lleno su hoja de ingreso y que en lo personal fui uno de los pocos que lo vio en sus últimos minutos con vida, tuve que terminar la hoja en una pequeña esquina donde la imprenta ha puesto, “sale de emergencia” vivo, muerto, referido, llene con la ayuda de mi superior, mientras rodaba una lagrima de una compañera, mi pulso estuvo firme, mi respiración normal, y mis pensamientos en muchos lugares tratando de analizar todo lo que había pasado, después de poner todo los detalles me dijeron que firme no personalmente sino que pusiera el cuerpo de emergencia.
Después de avisar a sus familiares, entro su hermana rompiendo en llanto y después de una pequeña resignación, toma a su hermano de la mano y por si acaso lo jalo a ver si se despertaba.
Mi compañera y yo nos vimos las caras, y volví a sentir aquel frió de seguridad, de serenidad, salimos para respetar ese momento, y continuamos recibiendo pacientes, aunque en mi dejo una marca y seguramente a todos cuando han visto morir alguien prácticamente en las manos de uno.
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