Ir al contenido principal

TODOS SOMOS IGUALES


De las personas que conozco, ninguna suele ser tan distraída como yo y cuando digo "tan" es porque la verdad lo soy en exceso, cosa que muchas veces me juega muy malas pasadas.

Recuerdo, y como olvidarlo! si fue uno de los peores momentos de mi vida, que hace unos años estando en la universidad nos tocó a un grupo de compañeros realizarle la historia clínica a una mujer de setenta años y mientras la formulábamos una de las preguntas que se me ocurrió hacer fue si podía caminar bien, pues por lógica una mujer con esa edad tiene muchas probabilidades de tener alguna alteración en su marcha, entonces fue cuando en ese momento se hizo un silencio increíble, de esos que solo aparecen cuando uno mete la pata. Yo en realidad no entendía el porqué, en fin mi pregunta no había sido para nada rebuscada, pero no tardé en entenderlo cuando un compañero en voz muy baja me dijo... la señora no tiene ninguna de sus piernas.

No puedo explicar la horrible sensación que sentí en ese momento, solo quería que la tierra me tragara y es que no podía ser que fuera tan "tonta" de no haber notado aquella situación.

El práctico lo terminé en absoluto silencio, solo pensaba en lo que había dicho y lo que esa mujer habría pensado de mi, así que más que amargada apenas salí de la habitación me largué a llorar y nada de lo que me decían lograba que yo me sintiera mejor, ni siquiera los chistes, ya que no me parecía para nada gracioso lo que había pasado.

Cuando logré tranquilizarme decidí que volvería a la habitación para pedir, como correspondía, disculpas a la señora y fue en ese momento cuando uno de mis compañeros muy suelto me dijo... y ¿para qué?, si nosotros somos los médicos y por lo tanto podemos hacer las preguntas que se nos ocurran.

Mi mirada no fue de las mejores y tratando de no subir el tono de voz le dije que si había pensado lo dicho ya que la acotación carecía de total sentido, primero porque éramos simples estudiantes y segundo que por más que lo hubiéramos sido, nada y menos un título da derecho de creer que podemos hacer sentir mal a una persona y menos a quienes merecen de nuestra parte una total comprensión y compasión por su estado, a menos, que su idea fuera que al débil hay que pisotearlo, por lo que si era así que empezara a buscar alguna otra cosa para hacer porque la verdad eso no era para nada lo suyo.

Como ya lo había decidido, fui hasta la habitación a explicar y pedirle a la señora que me disculpara por aquella pregunta, ya que mi intención en ningún momento había sido burlarme de ella, sino que sumado a mi gran despiste no había notado su estado debido a la cantidad de mantas que tenía sobre la cama, las cuales no me habían dejado ver bien, y por supuesto, ella con una sonrisa en la cara y diciéndome que comprendía, acepto mis disculpas.

La verdad me fui mucho más tranquila, ya que el ofrecer disculpas aparte de ser un acto de buena educación hace sentir mejor y más aliviado a cualquiera, pero también muy disgustada al saber que existen personas que por tener un título universitario se creen que tienen todo el derecho a humillar, rebajar y hacer sentir mal a otros siendo que NADIE es más ni menos, sino totalmente igual, sea lo que sea a lo que uno se dedique.

Entradas populares de este blog

RASGUÑA LAS PIEDRAS

"Detrás de las paredes que ayer se han levantado" "La madurez del hombre consiste en recuperar la seriedad con que jugaba cuando era niño" Friedrich Nietzche (Más allá del bien y del mal) Su nombre a nadie le interesa, ella trabaja cortando cabello y aquella mañana salió a fumarse un cigarrillo frente a su trabajo, desde la terraza del edificio un hombre vestido de amarillo le hizo señas pidiéndole que se haga a un lado, ella fingió no verlo ni escucharlo, indiferencia creo que se llama aquello, se dijo para sí: de seguro está tonteando y poco después aquel hombre yacía junto a ella y el pavimento. Su profesión es ser carabinera, "Por la razón o la fuerza" reza el escudo de su Patria, la mujer no puede darse el lujo de mostrarse débil, peor aún cuando se tiene aquella profesión, pero aquella mañana junto a las lágrimas que brotaban de su alma en la azotea del edificio se preguntaba: "por qué lo hiciste". Los doctores dicen que él era esquizofr

BIOGRAFIA DE HORACIO HIDROVO VELASQUEZ

"Si El Sol, inevitablemente, regresa cada día y si padece la tragedia de ver las mismas cosas, ahora deseamos que alguna vez no encuentre:" Horacio Hidrovo Velásquez, nació en la ciudad de Santa Ana, Provincia de Manabí, el 20 de mayo de 1902 y murió en la ciudad de Portoviejo el 19 de abril de 1962. Su infancia transcurrió en su ciudad natal, para entonces una pequeña comunidad vinculada directamente con la vida agraria, lo que más tarde será un factor influyente en la narrativa del autor, especialmente en su novela Un Hombre y Un Río. Su adolescencia y juventud transcurre entre Santa Ana, Portoviejo y Guayaquil hasta que definitivamente fija su residencia en la capital de la provincia. La permanencia en Guayaquil le permitió alternar con los integrantes del Grupo Guayaquil, siendo testimonio de esta convivencia espiritual, el vaticinio que hiciera José De La Cuadra, cuando expresa: "Yo saludo en Hidrovo un gran poeta que será. Es esta la segunda vez que vaticino algo

EL CRISTO DE LA QUEBRADA

"Abuelo, dónde está Dios Mi abuelo se puso triste y nada me respondió" Lo escuché siendo pequeño, lo volví a escuchar ahora ya grande, a veces mi padre lo recita todavía, buscando su letra no encontré más que recuerdos, así que me limito a transcribir mi recuerdo de aquel poema: - ¡Señor! por tu poder bendito te lo pide esta madre que esta viendo morir a su hijito y pa que le des la vida te ofrezco andar estas tres leguas de rodillas - Ruperto ¡vení! arrodíllate e implórale al Cristo de la quebrada... - ¡Señor! Yo soy un rudo paisano que a fuerza de mirar siempre pabajo no creo en mas poder que el de mis brazos, pero si tú Señor haces el milagro de salvármelo a mi hijo, te ofrezco mi bella majadita de veinte cabras blancas, también tengo mi vaca, también tengo mi mula y para Ti Señor tengo demás mi mano zurda si es que mi pobre fortuna no te es basta. La leyenda dice que el niño sanó... mas la serrana murió después de andar tres leguas de rodillas, por la montaña vagan dispe