almenos solo como la noche..."
Miguel Bosé (Muro)
"-¡Ñucanchic huasipungooo!
La multitud campesina (cada vez más nutrida y violenta con indios que llegaban de toda la comarca), llevando por delante el grito ensordecedor que les dio Chiliquinga, se desangró chaquiñán abajo. Los runas más audaces e impacientes precipitaban la marcha echándose en el suelo y dejándose rodar por la pendiente. Al paso de aquella caravana infernal huían todos los silencios de los paramos, de las zanjas y de las cunetas, se estremecían los sembrados, y se arrugaba la impavidez del cielo..."
Jorge Icaza (Huasipungo)
Mamá en la escuela me han dicho que tengo que leer un libro, será que puede recomendarme alguno... así empecé muchos años atrás a leer aquel libro titulado "Huasipungo" donde su autor el ecuatoriano Jorge Icaza plasma en el cotidiano frío de la América India, letras que al unirse forman palabras que rezan conceptos de realidad, que hablan de pueblos y personas, de personas y sus tierras, palabras que cada día sobreviven al tiempo y que en dos palabras quichuas
Ñucanchic = nuestras
Huasipungo = Parcela de tierra que otorga el dueño de la hacienda a la familia indígena por parte de su trabajo diario
describen lo que "blancos" y mestizos a veces despectivamente solemos llamar: "La Realidad Indígena", esas palabras al igual que los Andes, que el Cóndor, que los Paramos y las Comunidades siempre logran arrancarnos una lágrima, porque a final de cuentas las historias de injusticias siempre resultan ser ciertas:
"-¡Ñucanchic huasipungooo!
Luego se lanzó hacia adelante con ansia de ahogar a la estúpida voz de los fusiles. En coro con los suyos que les sintió tras él, repitió:
-¡Ñucanchic huasipungooo, caraju!
De pronto, como un rayo, todo enmudeció para él, para ellos. Pronto, también, la choza terminó de arder. El sol se hundió definitivamente. Sobre el silencio, sobre la protesta amordazada, la bandera patria del glorioso batallón flameó con ondulaciones de carcajada sarcástica. ¿Y después?... Los señores gringos.
Al amanecer, entre las chozas deshechas, entre los escombros, entre las cenizas, entre los cadáveres tibios aún, surgieron, como en los sueños, sementeras de brazos flacos como espigas de cebada que al dejarse acariciar por los vientos helados de los páramos de América, murmuraron con voz ululante de taladro.
-¡Ñucanchic huasipungooo!
-¡Ñucanchic huasipungo!"
Jorge Icaza (Huasipungo)
http://www.comunidadandina.org/bda/docs/EC-OC-0001.pdf
byrongio
